Medio de transporte: autocaravana
Ruta (600 kms): Salamanca, Segovia, Hoces del Río Duratón, Sepúlveda, Segovia, Pedraza, Cueva de los Enebralejos, Cuellar, Valladolid, Salamanca
10/12 – Salimos por la mañana sin madrugar mucho y evitando autopistas para que sea algo más divertido, y al menos vemos algún pueblo; en estas nos vamos directos a Segovia a comer en un wok que nos gusta mucho (aunque no es barato) y en el que te puedes llevar lo que pidas para tu casa. Pedimos el menú. Un bol de arroz con un complemento y la coca-cola por 4,50 euros (40.947483, -4.11842) cada uno.
Como seguimos en confinamiento por la pandemia hay sitio de sobra para aparcar al lado del acueducto.
Seguimos camino antes de que se nos haga de noche y vamos a las Hoces del Duratón. Hacía 30 años que no iba y recuerdo que el último tramo era un camino de cabras hasta el parking, pero bueno supongo que ya lo han arreglado en este tiempo. Pues no, unos agujeros que si lo llego a saber no me meto por allí ni de coña. Se puede romper toda la vajilla perfectamente.
Como no hay sitio para dar la vuelta seguimos hasta el final y luego un paseíto hasta la Ermita de San Frutos. Un poco antes hay un mirador desde donde hay unas vistas mejores que desde la propia ermita. Es fácil ver los buitres leonados sobrevolando la zona, y si tienes suerte de coincidir con lo guardas rurales que les cuidan y alimenta es impresionante. Las aves ya los conocen y descienden hasta sobrevolarlos a apenas diez metros de altura. Ahí y es donde uno se da cuenta de la envergadura de esos bichitos. Vamos que te dan un golpe con un ala y te dejan tonto.
Ya se hace de noche, así que volvemos a la carretera principal con mucho cuidado y nos dirigimos a Sepúlveda, aunque no a cenar que sería lo suyo. Está prácticamente todo cerrado, así que nos damos un paseo charlando con algún lugareño sobre la que está cayendo y cómo lo llevan.
Ya desde ahí seguimos hasta Segovia a dormir detrás de la plaza de toros, como siempre.
11/12 – Tenemos hora pedida para ver la Cueva de los Enebralejos así que desayunamos tranquilamente y en marcha.
Como vamos con tiempo paramos de nuevo a ver el pueblecito de Pedraza. La última vez casi nos quedamos atascados con la AC, pero ya han hecho un parking antes de la entrada y no hay problema. 
Vamos a ver la Cárcel de la Villa, pero estaba cerrada, así que seguimos paseando hasta la Plaza Mayor y de ahí al castillo, que como ya lo habíamos visto pues no entramos.
Seguimos hacia la Cueva de los Enebralejos. Igual que nos pasa últimamente en muchos otros sitios, somos los únicos en la visita, así que nos hacen un monográfico por 6,20 euros cada uno. La cueva es muy distinta a otras que hemos visto, ya que era una necrópolis del paleolítico. Hay gran cantidad de nichos y restos de cerámica y no demasiadas estalactitas y estalagmitas, si bien hay algunas (como unas que llaman las dos columnas) son preciosas, porque se han llegado a unir ambas. La verdad es que merece la pena verla. La guía encantadora y muy bien acondicionado para las visitas. Nos lleva sobre una hora y no permiten hacer fotografías.
Nos ponemos de nuevo en marcha y comemos de camino donde nos cuadra, para después ir a las cinco de la tarde a ver el castillo de Cuellar. Como llegamos con tiempo y comprobamos que el horario de visitas no coincide con el de internet, nos damos una vuelta por el pueblo, que tiene mucho que ver.
A la entrada del propio castillo hay indicaciones de todos los lugares de interés del pueblo.
El castillo es muy interesante, y curioso por dos motivos. El primero es que está amueblado con reproducciones, lo cual siempre es de agradecer, y lo segundo es que el edificio está compartido con un Instituto, y sólo podemos visitar la parte que no es de los docentes. Visita guiada muy interesante y por supuesto con dedicación exclusiva de la guía, ya que eramos los únicos.
Va tan poca gente ahora a hacer visitas que la pobre chica se iba al ERTE al día siguiente. Una pena.
Volvemos vía Valladolid para hacer una parada en el comercial Río Shopping y ver Primark y desde ahí a casa.