Alsacia y Selva Negra (29/05/25-07/06/25)

Medio: Coche

Ruta (3.900 kms): Salamanca, Irún, Perigueux, Vichy, Dijon, Colmar, Eguiseim, Kaysersberg, Riquewirh, Ribeuaville, Bergheim, Friburgo, Lago Titisee, Estrasburgo, Gengenbacher, Baden Baden, Obernai, Tuekheim, Lyon, Avignon, Nimes, La Jonquera, Figueras, Barcelona, Villanueva de Gallegos, Majadahonda, Salamanca

29/05 En realidad este viaje lo íbamos a hacer con la AC, pero tenía rotos ambos reposapies y decidimos no arriesgarnos a que se rompiese más. Lo acortamos un poco pero en esencia era el mismo viaje. Se traba de ve la Alsacia. El viaje es tan largo que decidimos hacerlo por partes, reservando los hoteles casi de un día para otro. Al no ser temporada alta fuimos encontrando cosas curiosas a muy buen precio.

El primer tirón lo hicimos hasta Irún, donde comimos y paramos a ver las tiendas de la frontera (43.34386, -1.76196), muy baratas para los franceses, pero no tanto para nosotros. Compramos algo de chocolate y poco más. Llenamos depósito antes de entrar a Francia y seguimos adelante haciendo una parada en Libourne para tomar un refresco. Ya empiezan los precios de Francia. Una coca-cola a 3,50 euros en un pueblo perdido. 

Seguimos hasta Perigueux, capital de la provincia de Perigod. Aparcamos en un parking al aire libre bastante barato y en todo el centro (45.18403, 0.71870). Muy cerca tenemos el Les Studios L’Amandine. Un apartamento al que se entra desde el interior de un bar. Por suerte (eran las nueve de la noche) el bar no estaba cerrado, y nos ayudaron a alojarnos. El apartamento está muy bien, y con un water rosa que nos hizo muchísima gracia.

 30/5 El apartamento está en una plaza, así que nos bajamos y desayunamos en una terracita. Paseíto por el centro histórico hasta la Catedral de Saint-Front. Muy bonita. El pueblo es muy coquetón, y merece la pena dedicarle unas horas.

Nos dimos cuenta de que hacer diariamente más de 400 kms es un palizón, por lo que en vez de ir directamente a Colmar decidimos hacer noche en Dijon. De camino paramos en Vichy al lado de la oficina de turismo. Todo lo interesante en Vichy está alrededor del Parc des Sources. Source en francés significa fuente. Tuvimos mala suerte y estaba todo en obras.

A un extremo del parque está el Hall des Sources, edificio con caños de agua, por supuesto con gas. Es lo más curioso de ver. De al lado de una de sus puertas sale un tren turístico, pero cuando nosotros llegamos ya había salido el último.

Paralela al parque está la Rue Georges Clemanceau, donde hay muchas tiendas, y uniendo ésta con el parque varios pasajes con tiendas y cafeterías muy bonitos.

Al otro extremo del parque está la Opera House, que sólo vimos por fuera. Y un poco más adelante la Iglesia de Saint-Blaise, con unos techos pintados preciosos.

Seguimos viaje y llegamos a Dijon, donde nos alojamos en el B&B Hotel Dijon Les Portes du Sud (fenomenal). Al hotel legamos casi a las once de la noche y ahí empezó nuestra odisea de auténticos paletos novatos. Nunca había ido a un hotel donde no había nadie en recepción. La puerta cerrada y sin saber que hacer. Llamé a un interfono y me contestan en francés (ni idea). Menos mal que llegó un chico belga y me enseñó que al lado de la puerta hay un terminal donde tú mismo haces el check-in, y te da la habitación y hasta las claves de acceso. Gracias a él no tuvimos que dormir en el coche esa noche.

La verdad es que a Dijon llegamos antes, aparcamos en una calle céntrica. El Rude Museum está situado al lados de una plaza con un ambientazo impresionante de copas. Desde ahí vamos a la Plaza de La Liberación, que nos impresionó. Toda llena de restaurantes y todos llenos hasta las tejas. La verdad es que lo que más nos chocó de la ciudad fue el ambientazo que había por todos lados.

Cenamos en una pizzería (La Verona) al lado de la Plaza del Rude Museum. Muy normalita pero suficiente para llenar el estómago.

31/5 Recogemos, desayunamos en el hotel (café y bollitos gratis) y volvemos a Dijon para verlo bien. Aparcamos en el mismo sitio, y como es sábado no hay que pagar la hora. Nos dirigimos hacia la Plaza de La Liberación y en un escaparate nos encontramos con una española que estuvo trabajando en Francia y ahora está estudiando allí. Nos contó que vive con un alquiler social (lo que enfada bastante a los franceses) por ser estudiante,y que los franceses pagarían más del doble por el mismo piso. Nos recomienda ir al Museo Magnin, pero no nos dio tiempo.

Para hacer una ruta completa por Dijon tienen puestos en el suelo triángulos con el dibujo de una lechuza. Hay que seguirlos en el orden inverso al pico del triángulo. No lo seguimos.

Vamos hasta la catedral (bastante normalita) y luego hasta la Iglesia de Nuestra Señora (mucho mejor), pasando por el mercado central (Halles Centrales). En un lateral de la catedral está la famosa figura de la lechuza, a la que hay que tocar con la mano izquierda y pedir un deseo.

Un poquito más adelante hay una tienda donde todo el mundo compra de recuerda la mostaza de Dijon. Nosotros también claro. Pasamos por el Palacio de los Borgoña y a través de un arco vamos a dar a la Plaza de la Liberación. Cruzamos perpendicularmente y vamos a un parque con un Miniprix donde compramos sandwiches que nos comemos en un parque que hay al lado (lo vimos por la mañana y las estanterías estaban llenas, pero a la hora de comer no quedaba casi nada). Vamos que mucha gente hace lo que nosotros.

También merece la pena ver el Rude Museum, pero no nos dio tiempo.

Cogemos el coche y vamos a nuestro siguiente destino, que es Colmar. Aparcamos al lado de los apartamento, menos mal porque empieza a llover. El apartamento L’Ours está muy bien y céntrico. Al ser el último piso abohardillado tiene mucha luz (no como las plantas bajas) y es muy amplio. Limpio y con todos los servicios. Hasta tetera.

Dejamos todos y nos bajamos a tomar algo en un bar que hay justo al lado. Menos mal que tiene toldo porque empieza a caer agua a rabiar. Según estamos sentados vemos que pasan unos microbuses gratuitos, así que nos montamos en uno y por lo menos vemos la ciudad sin mojarnos, pero a mitad de camino dice la conductora que se acabó el viaje y que todos abajo. Menos mal que ya casi no llueve.

Volvemos andando por la plaza des Unterlinden y la Plaza des Dominicains (muy bonita) hasta la plaza de La Catedral, que por desgracia está en obras. A partir de aquí a patear la ciudad bajando hasta el río La Lauch y siguiéndolo hasta la Pequeña Venecia.

Lo que más nos gustó de todo es la Rue de la Poissonnerie, con las casas pegadas al río, barquitas y lo bien que está cuidado el entorno con todas las casas con la construcción típica de la región de traviesas de madera.

Volvemos a subir por el centro del casco histórico hasta el apartamento, y cenamos en una hamburguesería justo al lado, exquisitas y baratas (48.07848, 7.36125). Aquí estuvimos hablando con unos españoles residentes en Alemania que nos hablaron de la Selva Negra, que está cerca y del lago Titisee, por lo que decidimos visitarlo. A dormir, con un calor insoportable aunque teníamos las ventanas abiertas. No hay aire acondicionado.

1/6  Desayunamos en el apartamento y empezamos nuestra visita a Alsacia. La primera para es en Eguiseim, y a mi parecer el pueblo más bonito y original. De forma circular, se visita por dos calles también circulares, que rodean todo el pueblo. Sacas una foto a una casa pensando que es preciosa y la siguiente es más bonita aún. Muchas tiendas, casi todas preparadas para la venta en Navidad.

Muchas tiendas decoradas con osos de peluche en las ventanas y alguna señora con el morro de llevárselos. Aquí está la que creo que es la casa más típica de la región, en la Rue du Rempart, en la unión de dos calles. Parece de Hansel y Gretel.

Al final vas a dar al centro, a la plaza, donde está la iglesia, una fuente y varias terrazas, además de panadería, donde compramos una barra para comer. Callejeamos por otras dos calles y a por el siguiente pueblo, que es Kaysersberg. Otro pueblo precioso, atravesado por el río Weiss, las calles circulan paralelas a él. Una iglesia preciosa y las calles muy bien cuidadas. Todo limpísimo. Aquí empezamos a encontrar tiendas que venden relojes de cuco, aunque nos dicen que eso es más típico de la Selva Negra.

Nuestro siguiente destino es Riquewirch, con una calle en cuesta y un trenecito que te lleva a lo largo de ella y alrededores. No lo cogemos. Recorremos toda la calle y sus tiendas y a la bajada nos tomamos nuestra primera cerveza regional con unos bressel (resulta que la cerveza, Jupiler, era belga).

Después de este pueblo vamos a Ribeauville. Es el que menos nos gustó, quizás porque ya estábamos un poco saturados del mismo tipo de construcción, aunque cada pueblo tiene su toque original.

De aquí vamos a Bergheim, ciudad amurallada donde lo más interesante son las puertas de entrada a la ciudad. Dentro sólo destacar la plaza y el empedrado de la calle principal, por donde no pueden entrar coches pero se ven circular bicicletas a todas horas. Debe ser algún tipo de ruta ciclista.

Con este empacho de Alsacia nos volvemos a Colmar, al apartamento, cenar y dormir.

2/6 Pensábamos ver Alsacia en 2-3 días, pero al final la hemos visto casi completa en uno. Por ese motivo decidimos visitar la parte que nos comentaron de la Selva Negra. Entramos a esta región por Friburgo. Urbe muy grande, aparcamos en el primer sitio que pillamos (pagando la hora) y vamos andando al centro. La entrada, Martinstor, ya es muy bonita, con un gran arco doble, con su torre y su reloj. 

A partir de aquí se entra al centro histórico, donde destaca la catedral con su plaza y el edificio del Ayuntamiento nuevo. Muy original. En la plaza siempre hay puestos de venta de productos tradicionales de la región. Pateamos un poco el centro histórico y a por otra.

De aquí nos vamos al lago Titisee. Ya nos metemos entre montañas, el paisaje cambia totalmente y nos metemos por bosques inmensos hasta llegar al lago. Está pensado como sitio de descanso, con varios hoteles y campings alrededor y mogollón de tiendas de souvenirs, donde destacan sobre todo los relojes de cuco. Empieza a llover un poco, pero bastante suave. Vamos hasta la orilla del lago y comemos sentados en un banco con unas vistas espectaculares.

En el lago hay un muelle de donde salen barcos que te llevan a recorrerlo (es bastante más grande que el de Sanabria), pero con el tiempo tan malo que hace no hay quien se monte.

Paseo bucólico y pastoril y nos llevamos de recuerdo un reloj de cuco. Hay de dos tipos: hechos en China y en Alemania. Compramos uno alemán porque son mejores, te dan garantía de un año y el nombre de un taller en Madrid por si tienes que arreglarlo.

Seguimos la ruta hacia Waldkirch atravesando toda la Selva Negra, pero nos cae todo el agua del mundo, así que decidimos salirnos de las montañas e ir a Estrasburgo.

Esta ciudad es otro nivel. Dejamos el coche en un parking muy céntrico (48.57840, 7.75165) y a patear. Vamos directos a la Plaza Gutenberg, donde está la catedral. El acceso a la plaza ya impresiona, pues te encuentra con una catedral de ladrillo rojo, algo inusual, y de una altura que impresiona. La plaza llena de restaurantes con terrazas y un tren turístico. Decidimos caminar y ver la Catedral, el Reloj astronómico y la Casa Kammerzell, convertido en hotel con ventanas de vidrieras. Como se nos ha hecho tarde no vemos nada más, y dejamos el resto para otro día. Vuelta a casa y al apartamento.

3/6 Nos han hablado de otro pueblo de la Alsacia así que vamos a verlo. Se trata de Gengenbach. Menos turístico, pero muy pequeño y bonito. Amurallado con la típica entrada por un arco y vamos directos a la plaza. Sencilla y rodeada de las típicas construcciones. Por el otro extremo se sale del pueblo por otro arco parecido. Las calles de alrededor tienen bastantes esculturas muy curiosas. Nos encontramos con otros caravanistas españoles que estaban viendo el pueblo por libre, como nosotros.

Desde aquí nos vamos a Baden-Baden, que nos lo han recomendado. No nos gustó mucho. Dejamos el coche en un parking y nos dan un buen sablazo. Esto es Alemania. La gasolina a dos euros el litro (en España 1,40). Se ve la ciudad siguiendo una calle. En un extremo está Russische Kirche, una iglesia ortodoxa rusa con la cúpula rodada. Muy original. Ahora ya vamos en dirección contraria hasta llegar a una iglesia Stadkirche, que está cerrada.

Toda la calle adelante viendo tiendas y ya volvemos hacia atrás siguiendo el río para ver el famoso casino. La visita es de pago y guiada (en alemán), así que nosotros lo vimos por fuera y entramos al hall principal. Muy bonito, pero lo que tiene que alucinar es lo de dentro.

Cruzamos de nuevo el río hacia la calle principal y vamos a ver la Colegiata de San Pedro. Como hay muchas escaleras voy yo sólo, y de ahí al Spa Caracalla, muy funcional y poco que ver salvo el exterior del edificio.

Con esto nos volvemos de nuevo a Estrasburgo. Cuando vamos a coger el coche vemos que la iglesia Stadkirche está abierta, así que entramos. Muy normalita.

En Estrasburgo esta vez cogemos el trenecito, que nos lleva a ver una parte de la ciudad un poco más alejada pero también muy bonita. Nos llevan por la plaza Kleber, con mucho ambiente joven, hasta la Petit France, desde donde vemos los Puentes Cubiertos y el Varrage Vauban, una pasada, creo que de noche es mucho más bonito por la iluminación que le ponen. Desde aquí nos llevan a la Iglesia de Santo Tomás y vuelta a la plaza de la Catedral. 

Nos bajamos y vamos a ver el Palacio Rohan, donde han puesto una escultura de un caballo que galopa. Pateamos un poco y vamos de nuevo a la Plaza Kleber. Tomamos algo (casi nos cierran) y a coger el coche.

De vuelta paramos a ver otro pueblo poco conocido de Alsacia, Obernai. Es pequeñito pero tiene una iglesia impresionante, y encima gratuita. Sólo tiene una calle, la principal, pero es muy coqueta, y con restaurantes más típicos, no tan turísticos. Un pueblo con mucho encanto.

Vuelta a Colmar, paseo por la ciudad y a dormir.

4/6 Dejamos Alsacia no sin antes ir a ver el último pueblo de la zona Tuekheim, muy sencillo y con el mismo tipo de arquitectura, pero tiene su atractivo. Lo que nos extrañó es que un día de diario a las once de la mañana muchas tiendas aún no habían abierto, no me extraña que sean tan caras, teniendo un horario tan reducido tienen que vender caro para cubrir costes.

Nos dirigimos hacia el sur y vamos hasta Lyon, parando primero en el apartamento. Un cocada. Se llama Brit Hotel Lyon Nord (45.81777, 4.76096), y son un conjunto de apartamentos de una sola planta con parking propio. El nuestro tiene además una cama en un altillo, porque es para tres personas. Nadie habla ni papa de español así que nos entendemos por señas. 

De aquí nos vamos a Lyon y dejamos el coche en un parking al aire libre entre la catedral y el río. Todo el entorno del río es precioso. En esto que se pone a llover. Como la visita resulta bastante desagradable en estas condiciones, la reducimos a ver la propia catedral, con su reloj astronómico y la calle que llaman Vieux Lyon, donde hay una tienda preciosa de marionetas y un museo de cine y miniaturas.

Dejamos para otra vez el subir a la Basílica, ver el Teatro Galo-Romano y la Plaza de Bellecour. Nos vamos al Centro Comercial Aushopping Porte de Lyon más que nada por hacer tiempo y no mojarnos. Al hotel, cenar y dormir.

5/6  Nos volvemos a poner en marcha hacia el sur de Francia con destino a Avignon. No teníamos muchas esperanzas con esta ciudad, pero nos encantó. Parkings bien señalizados y muy amplios y dentro de la muralla. Las callejas llenas de tiendecitas (entramos en una de jabones preciosa) que desembocan en la plaza donde está el Petit Palais y la Catedral de notre Dame. De aquí sale un trenecito turístico, pero nos pareción caro (11 euros) y no lo cogimos. La ciudad tiene tantas cosas que puede que merezca la pena.

Nos dedicamos a patear y vamos hasta el Palacio Papal, la Basílica de San Pedro y la Place de L’Horloge, volviendo hacia atrás hasta The Luminessences y la Place du Palais, donde hay mogollón de restaurantes y donde comimos, en uno que nos atendió un chico español de Elche. Muy bien y no muy caro.

Nos acercamos hasta el Puente de Avignon (curioso, sólo llega hasta la mitad del río) y al Pont Saint Esprit, para ir ya al parking a por el coche. Esta ciudad merece otra visita entrando a ver los palacios y la catedral y cogiendo el tren turístico.

Muy cerca está Nimes. Vamos al parking seleccionado, al lado de la Arena de Nimes (anfiteatro romano) y para nuestra sorpresa está en fiestas, y todo alrededor de la Arena son casetas y chiringuitos, pero imposible aparcar por la zona. Vimos tres veces al mismo guardia. Al final por desesperación nos marchamos y no pudimos ver la Catedral, la Maison Carree ni la Torre Magna. Ni la Arena por dentro claro.

Seguimos la ruta en dirección su hasta la frontera y paramos en La Jonquera. Es casi la hora de cierre, así que sólo encontramos abiertas las grandes tiendas. Aún así nos da para comprar gominolas por kilos (baratísimas) y alguna bebida rara.

Vuelta a la carretera ya hasta Figueras, donde tenemos contratado el B&B Hotel Figueres. Normalito, pero muy limpio y cumple perfectamente su misión. Dejamos la maleta y nos vamos a cenar a Ampuria Brava. Aunque es de noche se ve perfectamente el nivelazo que tiene, y nos vamos a cenar al chiringuito TXOT’S (42.24331, 3.12994) en plena playa. Fenomenal y precios bastante asequibles. Por fin nos atienden en español, jeje.

6/6 Nos levantamos decididos a ver el Museo Dalí, en Figueras. Calles cortadas por obras y el navegador haciéndose unos líos impresionantes. Al final pasamos de verlo y seguimos camino hasta Barcelona. Preferimos aparcar no muy en el centro, pero en un sitio bien comunicado (41.41765, 2.22111). Muy cerquita de aquí está el tranvía que nos deja justo en el centro, cerca de la Plaza de Cataluña. Bajamos por Las Ramblas hasta la Catedral y la Basílica de Santa María del Pi. Nos encontramos una tienda que vende devoluciones de Amazon. Entramos a verla pero no había cosas interesantes, salvo la originalidad de los productos.

Comimos cerca de la catedral y cogemos un metro que nos lleva hasta el Mercado de Encants. Lleno de puestos de magrebís que venden de todo. La mayoría son casas enteras que han comprado de herencias y venden todo lo que tenían. Algún jarrón que merecía la pena y poco más.

Cogemos de nuevo el tranvía que nos lleva hasta el coche. Conocimos a un niño de unos doce años que se recorría la ciudad el solito. Le dimos un euro para que se comprase agua, que estaba deshidratado.

Vuelta a la carretera hasta el lugar en el que vamos a cenar. Como es fin de semana los hoteles de Zaragoza estaban llenos o eran carísimos, por lo que nos fuimos a un pueblo cerca que se llamaba Villanueva de Gallego. Nos comemos una ración de bravas en ChiRa Bar, muy buenas. El hotel se llama Hotel Norte. Un poco anticuado, pero limpio y amplio y nos entra desayuno.

7/6 De nuevo carretera, esta vez hasta Madrid, y paramos en Majadahonda para ver su famoso mercadillo, tan comentado por las influencers. Efectivamente tiene mucha variedad y calidad de los productos (falsificaciones) pero no es nada barato. Compramos una tela india que se coloca encima de la puerta para decorar, y algo de fruta. Comemos en un bar de la zona y ya carretera hasta Salamanca.

 

 

 

 

 

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